Jackson Hole es un clásico del verano. Como se sabe, allí se reúnen durante varios días, desde los últimos años 70, los banqueros centrales de medio mundo, lo que explica el interés mediático que despierta el cónclave. Sobre todo en estos últimos años en los que los bancos centrales han tomado las riendas de la política económica.
Paradójicamente, fue la demencial política monetaria expansiva de los años anteriores a la crisis (sin compensarla con políticas fiscales más restrictivas) la que cultivó y alimentó el desastre; pero, curiosamente, esa misma estrategia (articulada ahora en unas circunstancias muy distintas) es la que ha salvado al mundo de la hecatombe.
Sea como fuere, lo cierto es que en el estado de Wyoming es donde los banqueros centrales cuentan las verdades del barquero, valga el juego de palabras. Y entre las perlas de este año se encuentra un lúcido discurso del gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda, en el que saca los colores –sin citarlos– a quienes han dirigido la política económica de Europa en los últimos años.
Soberano varapalo de Juan Rosell a las aspiraciones del Gobierno y los editores de prensa. Y es que según consta en la propuesta de enmiendas a la modificación de la Ley de Propiedad Intelectual remitida por CEOE a los grupos parlamentarios, la patronal es partidaria de que se elimine el canon que a partir de ahora deberán abonar los agregadores a los editores por enlazar sus contenidos, una compensación fijada in extremis por el Ejecutivo. De hecho, la organización empresarial deja claro que la denominada tasa Google atenta contra la libertad de empresa, el desarrollo de internet y dinamita la creación de nuevos proyectos empresariales. Todo un revolcón.
“Es la primera vez en el mundo que se introduce, de esta forma, la obligación de pagar por el ofrecimiento de fragmentos de contenidos, lo que puede afectar al propio desarrollo de Internet”, expone la justificación de la enmienda de eliminación del artículo 32.2 planteada por CEOE. Y remata sin ambages, en un documento fechado el 11 de marzo al que ha tenido acceso El Confidencial: “Pagar por enlazar o por ofrecer fragmentos es obstaculizar al desarrollo de Internet. Se advierte desde ya un grave daño al desarrollo de la sociedad de la información y las empresas (…) toda vez que el enlazar y ofrecer fragmentos de contenidos forma parte de la naturaleza” de la Red.
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